Ademar Olivera, entre el Secretario General de la IMM, Alejandro Zabala, y el Intendente, Ricardo Ehrlich, hace uso de la palabra. (Fotografía: Álvaro Martínez)
Hola amigas y amigos, ¡compañeros de vida y de camino!
Como sucede a veces, la emoción es grande y las palabras muy pobres. Con todo, siento la necesidad de comunicarme y compartir con ustedes algunos pensamientos.
Agradezco sinceramente las numerosas expresiones de afecto que me han trasmitido con la presencia en el acto o con mensajes. Eso es muy gratificante para mí porque me hace sentir que estamos unidos por un vínculo espiritual y fraterno muy profundo. Como dijimos, de forma coordinada, en el acto de reconocimiento como “Ciudadanos Ilustres”, Jorge Osorio, Martha Delgado y yo, la distinción que se nos otorga no debería tener nombres propios aunque, como dijo el Intendente Ricardo Ehrlich, tiene un carácter representativo.
Porque el Ayuno de agosto de 1983 fue un acto colectivo que involucró a todo el equipo del SERPAJ. Cada integrante aportó lo suyo asumiendo diferentes responsabilidades, todas ellas peligrosas en ese tiempo. Más aún, muchísima gente participó de distintas maneras: cientos de personas que nos acompañaba en los dos momentos diarios de reflexión y oración, arriesgándose a ser detenidos y maltratados por los agentes policiales y militares; comunidades religiosas, católicas y metodistas, que realizaban jornadas de reflexión y ayuno en sus parroquias; otros vencían sus miedos y la prohibición de referirse al Ayuno difundiéndolo con astucia e imaginación.
Las movilizaciones que generó el Ayuno, con decenas de detenidos, la mayoría jóvenes, el apagón y el caceroleo del 25, eran muestras del repudio popular hacia un régimen autoritario y criminal que ya resultaba insoportable.
El Acto del Primero de Mayo del 83, el Ayuno, la Marcha Estudiantil de la Semana de Primavera, el formidable Acto del Obelisco de 27 de Noviembre, la llegada de 154 niños del exilio, hijos y familiares de presos políticos el 26 de diciembre, fueron hechos emblemáticos que jalonaron la resistencia a la dictadura y el reclamo perentorio por Libertad, Democracia y respeto a los Derechos Humanos. Por eso decimos que son miles las personas que merecen la distinción de “Ciudadanos Ilustres”, muchos de los cuales aún viven y continúa activos, y otros que ya partieron a un estado espiritual diferente hacia la eternidad.
De nuestra parte, los cristianos que participamos de aquel Ayuno, lo entendimos como un “gesto profético” de denuncia de la injusticia y la opresión que padecía nuestro pueblo, y reclamo por un cambio profundo de la situación. Humildemente, actuamos movidos por el mandato de Dios, como discípulos de Jesucristo, tratando de reflejar pequeños destellos de Aquel que es la Luz del mundo.
Finalmente, creemos que traer a la memoria estos hechos no es simplemente un ejercicio de pasar lista a un trozo de la historia, sino que se trata de recoger la esencia de aquellos acontecimientos, el significado que tienen para nuestra realidad hoy. Porque siempre será posible, y necesario, en dictadura o en democracia, superar divisiones por asuntos menores y luchar mancomunados por una causa grande que nos afecta e involucra a todos: los Derechos Humanos, las Libertades y la Democracia.
Y en ese camino queremos continuar junto con ustedes, compañeros y compañeras de varias generaciones de uruguayos.
Reciban un afectuoso saludo,
Ademar Olivera
Montevideo, 3 de octubre de 2008
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